La abuela, Kristine Casey, fue la madre sustituta de su hija, Sara Connell, para que pudiera tener un nieto. Esto no es una historia sensacionalista que encontrarías en una revista de chismes. Sara tuvo tres embarazos fallidos y había renunciado a tener un hijo de forma natural. Por supuesto, la abuela Kristine no es la madre más anciana por lejos, PERO es la primera en tener a su propio nieto.
Sara Connell y su esposo, Bill, son los padres biológicos del niño que llevó Casey, que creció a partir de un embrión creado a partir del óvulo y el esperma de la pareja de Chicago. Los Connells decidieron en 2004 intentar tener un bebé, pero Sara, entonces con 35 años, descubrió que no estaba ovulando. Después de someterse a tratamientos de fertilidad en el Instituto de Medicina Reproductiva en Evanston, quedó embarazada pero dio a luz a gemelos muertos y posteriormente sufrió un aborto espontáneo.
Los tres embarazos anteriores de Casey, el último de los cuales fue hace 30 años, transcurrieron sin problemas y resultaron en tres hijas. Después de retirarse en 2007, Casey ocupó su tiempo caminando, meditando, tomando clases y socializando con amigos. Pero sintió que tenía un llamado más profundo.
“A principios de 2009”, dijo, “decidí por una vez en mi vida tomarme un tiempo para pensar en mi vida y encontrar algo que pareciera correcto para mí, donde no hubiera presión para hacer una cosa específica”.
Durante una visita a Chicago, donde ella vive en Virginia, Casey participó en un taller dirigido por Connell, una entrenadora de vida, escritora y conferenciante sobre el empoderamiento de las mujeres. En un ejercicio de clase, utilizó imágenes recortadas de una revista para crear un collage que representara una meta de vida. Una imagen llamó su atención: un avestruz con una expresión de asombro y alegría.
Casey quería experimentar la exuberancia capturada en la imagen.
Alrededor de la misma época, una compañera de caminata mencionó una historia que había leído sobre una mujer posmenopáusica que había dado a luz.
“Pensé, ‘Vaya, tres de los días más felices de mi vida fueron dar a luz a mis hijas’, y pensé que podía elegir hacer esto por alguien a quien amo”, dijo Fasey.
¿Los médicos pensaron que era extraño? Josephiпe Johпstoп, becaria de investigación en Hastigs Ϲeter, un instituto de investigación de bioética, tenía objeciones éticas a la idea de que una mujer de 61 años tuviera un bebé, ya que se había sometido a una minuciosa evaluación médica y psicológica.
“Parece una cosa extrañamente amorosa y genial para un miembro de la familia”, dijo. “Es una gran historia para contarle al niño”, agregó Johпstoп. “Es una de esas situaciones en las que los extraños pueden preguntarse si está bien o es saludable. Pero la experiencia de ese niño y su familia será buena. … Si lo tratan como bueno, se experimentará de esa manera”.
¿Estaría dispuesto a dar 9 meses de su jubilación tranquila para ayudar a traer a un nieto a su familia como madre sustituta? ¿No creo que pueda?