Las cosas se están poniendo extrañas en Júpiter. Cuando creíamos conocer casi todo lo importante del gigante gaseoso, los primeros datos recogidos por la sonda espacial Juno nos demuestran que no: casi todas nuestras asunciones —las de los astrónomos, vamos— sobre el quinto planeta andaban desencaminadas.
“Los descubrimientos que hemos hecho sobre su composición, su magnetosfera y sus polos son tan deslumbrantes como las fotografías que está generando la misión”, asegura Scott Bolton, jefe de la misión, en esta nota de prensa.
Esos descubrimientos se los debemos a los dos primeros vuelos que Juno realizó en agosto de 2016. La sonda descendió hasta quedar a unos 4.000 kilómetros de las nubes de Júpiter —ninguna de las misiones anteriores se había aventurado tan cerca por temor a que la intensa radiación del planeta dañara sus instrumentos—, situándose en una órbita elíptica muy alargada que le permite pasar cerca de ambos polos. Los datos recogidos entonces han sido examinados en dos estudios (puedes encontrarlos aquí y aquí) que acaban de ser publicados en una edición especial de Science. Y ambos dejan sorpresas.
Los científicos de la NASA se han encontrado con «un mundo complejo, gigantesco y turbulento» que es muy diferente de lo esperado
Por ejemplo, el equipo de la misión quería saber más sobre las “masas brillantes de forma ovalada” que se concentran alrededor de los dos polos de Júpiter. Los científicos esperaban encontrar una gran tormenta con un vórtice diferenciado dominando la atmósfera en cada polo, como ocurre en Saturno, pero no: los datos y las imágenes tomadas por Juno muestran un sinfín de gigantescos ciclones densamente agrupados que se arremolinan en las regiones polares. Algunos de esos ciclones llegan a tener hasta 1400 kilómetros de diámetro y se elevan a más de 100 kilómetros de altura .
Nadie esperaba tal cosa. Los observado no se parece a nada que se haya visto antes en el Sistema Solar.
También hubo sorpresas cuando se «miró» debajo de las nubes. Los datos sobre temperaturas en las capas internas de la atmósfera muestran indicios de una suerte decolumnas de amoníaco que emanan de las zonas profundas en la región ecuatorial, como un géiser, hasta más allá de su capa nubosa.
“Se parece a una versión más profunda y más extensa de las corrientes de aire que se elevan desde el ecuador de la tierra y generan los vientos alisios”, explica Bolton.
Los responsables científicos de la misión también destacan la existencia de una descomunal nube de unos 7.000 kilómetros de diámetro que se encuentra muy por encima del resto en el polo norte. Nadie se explica cómo ha podido llegar hasta ahí.
Los datos y las imágenes tomadas por Juno muestran un sinfín de gigantescos ciclones densamente agrupados que se arremolinan en las regiones polares
Las cosas se pusieron aún más extrañas en el segundo de los estudios, en el que Juno se dedicó a explorar el campo magnético de Júpiter. Aunque los investigadores ya contaban con un campo magnético poderoso, lo que encontraron fue dos veces más potente de lo que predecían los modelos.
Los datos enviados por Juno evidencian uncampo magnético descomunal , de unos 7,766 gauss, más de diez veces superior al de la Tierra. Ese campo también es más dinámico de lo esperado, en tanto que presenta una distribución irregular.
Cuando los científicos han mirado más de cerca la magnetosfera de Júpiter —la región alrededor del planeta en la que el campo magnético desvía la mayor parte del viento solar— se han topado con varias sorpresas adicionales.
Por un lado, el análisis de los encuentros de la sonda con el llamado arco de choque en sus giros orbitales da a entender que la magnetosfera de Júpiter se estaba expandiendo en el momento en el que Juno se aproximó al planeta.
Luego está el tema de las auroras luminosas, detectadas por Juno cuando se dirigía hacia los polos.
Los datos enviados por Juno evidencian un campo magnético descomunal, de unos 7,766 gauss, más del doble de lo esperado y diez veces más potente que el de la Tierra
En la Tierra, las auroras boreales se produce cuando una eyección de partículas solares cargadas choca con la magnetósfera. Los científicos esperaban encontrar algo parecido en Júpiter, pero los instrumentos de medición de la sonda revelan una realidad de sentido inverso: las auroras jovianas parecen producirse cuando partículas cargadas liberadas procedentes de las regiones polares del planeta abandonan su magnetosfera. O sea, en vez de partículas cayendo sobre el planeta, partículas elevándose desde el planeta.
En resumen, los científicos de la NASA se han encontrado con «un mundo complejo, gigantesco y turbulento» que es muy diferente de lo esperado. O en otras palabras: es hora de «repensar» Júpiter, porque lo que creíamos saber… no sirve.
Ahora a esperar, porque habrá más sorpresas seguro.
«El 11 de julio volaremos directamente sobre uno de los rasgos más emblemáticos de todo el Sistema Solar: la Gran Mancha Roja de Júpiter», anunció Bolton. “Si alguien va a llegar al fondo de lo que está sucediendo por debajo de esas gigantescas y arremolinadas nubes carmesí, es Juno y sus penetrantes instrumentos científicos”.
Fuente: Mundooculto.es